viernes, 22 de febrero de 2013

Llamada nocturna


Cuando un ciervo se quiebra, un silencio frío se extiende en el bosque. Como imantados, otros ciervos regresan de su ronda diaria y lo observan, caminan a su alrededor y lo observan. El búho gira la cabeza a un lado y al otro, las ardillas dejan de cascar la avellana contra la piedra, el lobo baja de su guarida sin agitar la hierba. A veces se oye a las comadrejas balanceándose totalmente quietas sobre las ramas. El pelo de los conejos se pone blanco y brillante, como la nieve, y les empieza a picar. Los sapos se desinflan hasta convertirse en ranas. Las ranas se adhieren al musgo hasta convertirse en musgo. El musgo se vuelve roca sólida. El viento cesa. Entonces el ciervo hace un intento por levantarse. La pata quebrada le cuelga del pellejo: ya no le pertenece, o sí, pero tanto como le pertenecen las manchitas del lomo. Hace fuerza, las patas sanas hundidas en la tierra, los ojos puestos en la luna (la luna, para los ciervos, es futuro, supervivencia, así como el sol es puro presente, absorben su calor, pero jamás piensan en él). Al ver los ojos alunados de la víctima, los otros ciervos bajan la cabeza con pudor, le dan privacidad. En el punto de máximo esfuerzo, tres esferas plateadas salen de la cola del ciervo y ruedan ladera abajo ¡Plop¡ ¡Plop¡ ¡Plop¡, caen, unos segundos después, en el arroyo. El ciervo, exhausto, se mira la pata quebrada. El cuerpo le tiembla como tiembla una nube tibia cargada de agua fría. Los otros ciervos lo miran y se miran las piernas para ver si acaso. Los conejos, que de tan blancos se volvieron transparentes, cavan un hoyo con forma de país. Las ardillas calman la ansiedad contando estrellas (las estrellas, para las ardillas, son ovejas) y las comadrejas cazan culebras que una vez muertas –les arrancan la cabeza de un tarascón- dejan olvidadas por ahí. Entonces el ciervo alza una vez más la cabeza, da un último vistazo a la luna y se deja caer. Y exhala un soplido largo y triste. Y se duerme.
El lobo llega cuando ya todos se han ido, excepto el búho, que es el encargado de pensar en el alma del ciervo hasta que esta abandone su cuerpo. He aquí lo que hace el lobo cuando nadie, excepto el búho, lo mira: se hecha junto al ciervo dormido y espera, espera.

1 comentario:

  1. pude imaginarme las escenas...bello y triste...que bien que escribes!beso enorme!!!

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