Cuando un ciervo se quiebra, un
silencio frío se extiende en el bosque. Como imantados, otros ciervos regresan
de su ronda diaria y lo observan, caminan a su alrededor y lo observan. El búho
gira la cabeza a un lado y al otro, las ardillas dejan de cascar la avellana contra
la piedra, el lobo baja de su guarida sin agitar la hierba. A veces se oye a
las comadrejas balanceándose totalmente quietas sobre las ramas. El pelo de los
conejos se pone blanco y brillante, como la nieve, y les empieza a picar. Los
sapos se desinflan hasta convertirse en ranas. Las ranas se adhieren al musgo
hasta convertirse en musgo. El musgo se vuelve roca sólida. El viento cesa.
Entonces el ciervo hace un intento por levantarse. La pata quebrada le cuelga
del pellejo: ya no le pertenece, o sí, pero tanto como le pertenecen las
manchitas del lomo. Hace fuerza, las patas sanas hundidas en la tierra, los
ojos puestos en la luna (la luna, para los ciervos, es futuro, supervivencia,
así como el sol es puro presente, absorben su calor, pero jamás piensan en él).
Al ver los ojos alunados de la víctima, los otros ciervos bajan la cabeza con
pudor, le dan privacidad. En el punto de máximo esfuerzo, tres esferas
plateadas salen de la cola del ciervo y ruedan ladera abajo ¡Plop¡ ¡Plop¡
¡Plop¡, caen, unos segundos después, en el arroyo. El ciervo, exhausto, se mira
la pata quebrada. El cuerpo le tiembla como tiembla una nube tibia cargada de agua
fría. Los otros ciervos lo miran y se miran
las piernas para ver si acaso. Los conejos, que de tan blancos se volvieron
transparentes, cavan un hoyo con forma de país. Las ardillas calman la ansiedad
contando estrellas (las estrellas, para las ardillas, son ovejas) y las
comadrejas cazan culebras que una vez muertas –les arrancan la cabeza de un
tarascón- dejan olvidadas por ahí. Entonces el ciervo alza una vez más la
cabeza, da un último vistazo a la luna y se deja caer. Y exhala un soplido
largo y triste. Y se duerme.
El lobo llega cuando ya todos se
han ido, excepto el búho, que es el encargado de pensar en el alma del ciervo
hasta que esta abandone su cuerpo. He aquí lo que hace el lobo cuando nadie,
excepto el búho, lo mira: se hecha junto al ciervo dormido y espera, espera.
pude imaginarme las escenas...bello y triste...que bien que escribes!beso enorme!!!
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