El pelícano, herido, se alejó del mar
y vino a morir
sobre esta breve piedra del desierto.
Buscó,
durante algunos días, una dignidad
para su postura final:
acabó como el bello movimiento congelado
de una danza.
Se carne todavía agónica
empezó a ser devorada por prolijas alimañas, y sus
huesos
blancos y leves
resbalaron y se dispersaron en la arena.
Extrañamente
en el lomo de la piedra persistió una de sus alas,
sus gelatinosos tendones se secaron
y se adhirieron
a la piedra
como si fuera un cuerpo.
Durante varios días
el viento marino
batió inútilmente el ala, batió sin entender
que podemos imaginar un ave, la más bella,
pero no hacerla volar.
*José Watanabe
Leíste Animal de invierno?
ResponderEliminarMuy bueno, pero se extraña algo tuyo :)
ResponderEliminarFelicidad amigo Pablo!
Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento. Es el talento de reconocer a los talentosos.
ResponderEliminarElbert Hubbard
(creo que esto te identifica, saludosssss)
Casualmente, ayer me trpecé con una piedra en forma de corazón...Me encantó. Gracias por compartirlo. Un beso.
ResponderEliminarQué imagen. No había leído Watanabe, un sacrilegio de mi parte.
ResponderEliminarPablo, que bueno descubrir nuevas puertas, espero poder encontrar algo de este muchacho para tirarme a leerlo alla donde el pelicano
ResponderEliminarbuenisimo!
ResponderEliminarmuy interesante tu blog.
saludos, nos vemos
Qué bueno. Me gustó mucho.
ResponderEliminarSaludos :)
faaaaa.... lindísimo!
ResponderEliminaraplausos!!
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