un critter de estómago inoperable
antes de partirse
me agarró fuerte del brazo,
me juró que ni bien llegara al cielo
iba a alquilar una nube
y se iba a poner un gimnasio.
Como que todavía
me llamo Noemí Nilda,
dijo madre y expiró
con las calzas puestas
en mitad de un pensamiento.
En su pieza, sobre la cómoda,
quedaron apilados los fascículos
del suplemento Pymes;
abro uno al azar y pienso en ella,
que la vida es un cuchillo
que madre siempre sostuvo
por el lado del filo.
por el lado del filo.
Me gustó, che.
ResponderEliminartriste y muy lindo. el relato es, a la vez, de un niño y de un adulto.
ResponderEliminartodos llevamos ese cuchillo, aunque invisible...si, el que se va deja cosas como huellas, eso pasó con mi mama....
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