sábado, 22 de enero de 2011

La muerte dormida


en un rancho en las afueras
un viejo en su lecho de ella
la sintió sentada a su lado

la muerte posó su mano
en la frente húmeda del viejo
se fueron apagando las estrellas
una por una y la luna
se dio vuelta desapareció

como una bola blanca
entrando a la tronera

pero era pícaro el viejo
era pillo
y al ver a la muerte le dijo

“se la ve cansada, muerte
¿por qué no hace un sueñito?”

la muerte confiada posó su cabeza
junto a la cabeza blanca del viejo
bostezó una dos veces
y ahí nomás se quedó dormida

roncaba la muerte hablaba
dormida en un idioma extraño

cada tanto se le escurría
el nombre de algún muerto célebre
presidentes filósofos artistas
tiranos próceres sindicalistas

la lista era interminable
porque la muerte es una bolsa sin fondo
que el tiempo la va llenando
y la vida se la vacía

al otro día vino la familia de la ciudad
en solemne caravana
cuál no fuera su sorpresa
cuando en llegando lo vieron al viejo
arreando la cuadra en el bayo

erguido
bajo el sol fervoroso de febrero
parecía un general
arengando a la tropa para el combate

es que habían venido todos
con toda la intención de velarlo
y pensaron que eran fantasmas
las vacas el viejo el bayo

cuando el último novillito
entró renegando al redil
el viejo era una sonrisa blanca
un galán de una época que pasó

de un salto bajó a la tierra
los nietos se le fueron al humo
alguien dijo algo
acerca del aire del campo
y que al final el viejo los iba
enterrarlos a todos

entonces los claveles de la ciudad
se quedaron en los baúles de la ciudad
y las mujeres siempre tan resueltas
fueron al mercado por vino y verduras

el viejo carneó al novillito
y lo dejó que se haga a la zanja
“mientras se hace” dijo el viejo
“vamos a dar una vuelta”

y subió uno por uno los nietos
a la caja del rastrojero

puso primera y los nietos
rodaron carcajadas atrás
puso segunda y de nuevo
los oyó volcar de alegría

recién cuando las ruedas del rastrojero
mordieron el asfalto
el viejo lo pisó a fondo
y bajó la ventanilla

en el horizonte flotaba
una bandada de chimangos
más allá el espejo
invisible de la laguna

el murmullo del motor
le aflojaba los músculos
puso a descansar el peso del cuerpo
en el pie del acelerador

el rastrojero se sabía
el camino de memoria
no hacía falta
podía soltar el volante
y dejar que los ojos se cerraran

encaramado a un chimango gigante
voló mentalmente
hasta llegar a su pieza

distinguió en la penumbra
la silueta de la muerte dormida
acurrucada como un gato

"es un sueño", pensó
"todo este día
es un sueño largo y profundo"

la muerte seguía recitando
caparazones de nombres
hace tiempo vacíos

el viejo se recostó a su lado
la cama se movía
imperceptiblemente

"un sueño"

miró a la muerte
y vio que la muerte
lo miraba
y sintió que la muerte
lo nombraba

"un sueño maravilloso"

oyó a sus nietos en la caja del rastrojero
felices amontonados
y pensó que faltaba poco

la curva después
la calle de tierra
y de repente el monte que se abre
y aparece la laguna

7 comentarios:

  1. La muerte ese camino hacia el lugar más temido, quizá el encuentro más cercano con el propio ser que se interroga, que se afloja y que por fin se reconcilia con la tierra...

    Un abrazo fuerte
    Mery.

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  2. tus poesías siempre me dejan ese pensar y pensar y darle vueltas al asunto...

    el final se me ancló en la piel y me hizo doler, sin embargo a partir de ahí es donde siento que sos un gran poeta!!

    saludos

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  3. admiro profundamente tu habilidad para transportarme con tus palabras simples.

    me encanto!!!

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  4. Epaaa, durísimo ese final ! La muerte se viene a despertar justo ahí, el viejo manejando por la ruta, los críos en el asiento de atrás; lo del viejo me hace acordar a lo que nos decía un amigo, medio loco él, cuando manejaba: "si me voy yo, nos vamos todos". Impecable la narración-poesía, che,bien visual, un gusto que deje caparazones vacíos para que los pueda ir completando uno como lector.

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  5. Lo interesante de la muerte es que la elegimos, eso es por demás poético.
    Te leo y como que me voy transformando en otra cosa.

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  6. muy bueno, yo creo que la muerte venía por el rastrojero también

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