jueves, 20 de agosto de 2009

Historia Clínica 3. Qué te picó.


Hace un calor importante. Estoy de manga larga y jogging: ya es la tercera erupción que tengo en menos de un mes y me da mucha vergüenza que me miren los lamparones de dermis inflamada.
Las ronchas me habían empezado a salir a la noche, mientras leía una edición ilustrada de las hazañas de Hércules en la cama de Martín.
Ahora estoy sentado en la camilla del dermatólogo. Tengo los brazos cubiertos de ronchas del tamaño de una hamburguesa y mis muslos parecen las dos mitades de un mapamundi con división política; oriente está visiblemente más inflamado que occidente.
Es el segundo dermatólogo que me ve. El primero no le terminaba de encontrar la vuelta al asunto y yo ya estaba harto, así que mamá me acompañó a ver a éste al centro Villela.
El tipo me pide que me saque la remera. Después me hace estirar un brazo para ver las ronchas de cerca. Yo obedezco, pero tengo una sensación rara, como de ultraje.
En ese momento la miro a mamá y me pongo a llorar (era de llorar mucho yo). Mamá se acerca hasta la camilla y me dice que no me preocupe. “Ya sé”, me dice. Yo la miró como me mira y me pongo a llorar más fuerte. “Ya sé, ya sé”, repite mamá.
Pero lo que ella no sabe es que en ese preciso instante -mientras el doctor me pedía que “ya que estamos” me sacara también “los lompas”-, en el más escondido rincón de mi mente se empezó a formar una idea que termino siendo algo así como el eslogan de todas mis enfermedades:

Ojalá fuese algo grave

Suena absurdo, pero les aseguro que para un pibe de doce años que dos por tres amanece cubierto de escamas tiene su lógica.

2 comentarios:

  1. Me identifiqué con eso de que "Ojalá fuese algo grave". Creo que cuando yo era pequeña también disfrutaba (por ser la muerte algo tan lejano) con el drama borrascoso.
    Por otro lado, si me permitís una sugerencia, la frase "Ojalá fuese..." también me gusta como subtítulo.

    ResponderEliminar
  2. Si si es verdad, yo también, de acuerdo con Mara. También admiraba a los que lograban un yeso en un brazo o pierna, los llenaban de firmas, de dibujos y tenían preferencias, los trataban mejor "pobrecitossss".

    ResponderEliminar